MANOJ DASWANI - Laopinion.es
Demasiados indicios apuntan a la misma conclusión: el profesional manchego no cuenta con el respaldo del equipo y, lo que es más importante, siquiera es capaz de sostener el principio de autoridad. Ayer manifestó ante la prensa en Leganés que, si fuera presidente, no pagaría a los futbolistas sus nóminas en caso de que el Tenerife no se clasifique entre los cuatro primeros. Solo unos minutos más tarde, algunos de los componentes más significativos del plantel le respondían con una inusitada dureza.
"Que se dedique a entrenar, y no a alejarse de los futbolistas", le recomendó en público uno de los capitanes, Sergio Aragoneses. "El entrenador no es quién para decir cuándo tenemos que cobrar ni para meterse en nuestros contratos", espetó Raúl Llorente. "Algunas veces se dicen cosas en caliente", añadió Luismi Loro, justificando la incontinencia verbal de su superior. Mientras, Kike López también dejaba entrever cierto rechazo a las palabras de Tébar. "A todos nos gusta que nos paguen por nuestro trabajo", comentó. Él, igual que el resto del grupo, acumula dos meses consecutivos sin cobrar, de ahí que su enfado causado fuera todavía mayor. Algunos, incluso, llegan a interpretar tales palabras del albaceteño como un guiño a los responsables del club para que sigan sin pagar al día.
El crédito del actual inquilino del banquillo blanquiazul está gravemente deteriorado. No tanto por los resultados, que el director deportivo llegó a calificar como "espectaculares" en una charla privada con los jugadores que tuvo lugar el pasado jueves. El caso es que Tébar se ha hecho mucho daño con sus propias declaraciones públicas. Ya en plenos Carnavales provocó una importante crisis con sus aparentes sospechas sobre comportamientos inadecuados en plenas fiestas. "Les escribiría la palabra exigencia con sangre en el vestuario", indicó. Poco tiempo después, se vio obligado a pedir disculpas.
Esta misma semana, su autoridad quedaba en entredicho cuando, tras la estrepitosa imagen ofrecida ante el Sanse (0-2 en el Heliodoro), se produjo al día siguiente una reunión entre Pedro Cordero y los futbolistas. Su ausencia la explicó el viernes, cuando puntualizó que fue él quien pidió la presencia en la caseta del director deportivo. "Los jugadores tienen mayor compromiso con Pedro que conmigo", justificó. En los despachos del callejón del Combate, mientras, ya vieron en aquel gesto una clara señal de descontrol. No todos sabían que, para entonces, ya se habían producido en el seno del equipo varios episodios que apuntaban a idéntica conclusión.
En un partido reciente, cuando el entrenador fue a reñir al grupo por una mala actuación, uno de los pesos pesados del conjunto blanquiazul apenas le dejó pronunciar determinados términos. Dicho de otro modo, dejó inacabada su bronca, para sorpresa de algunos de los presentes. Otra situación extraña fue la ocurrida el pasado miércoles, día después de que Víctor Bravo hubiera realizado unas controvertidas manifestaciones en Radio Club. "No creo que haya muchos interiores que, al término de la primera vuelta, hayan marcado cinco goles", apuntaba el maño. Conocedor del contenido de la entrevista ofrecida por este jugador, Tébar quiso aclarar este asunto en una reunión con toda su plantilla.
Según testigos del encuentro en cuestión, determinados integrantes del equipo no le permitieron iniciar un intercambio de impresiones a este respecto. "Venga, míster, vamos a entrenar". Y se fueron a entrenar. El asunto no quedó cerrado, así que causaron estupor las declaraciones que hizo Tébar el viernes, cuando en su rueda de prensa previa al compromiso contra el Leganés ofreció su particular versión de los hechos y manifestó que era comprensible el enfado de Bravo con su situación en el grupo tras la llegada de varios fichajes.
Algunos futbolistas creen que el técnico les deja en muy mal lugar con sus intervenciones ante los micrófonos. También lo deben de entender así en la propia estructura administrativa de la institución, desde donde han preferido que no conceda entrevistas individuales y limite sus comparecencias a las ruedas de prensa antes y después de los partidos. Desde las altas esferas del club, el enfado es mayúsculo. Y se cree que coinciden "demasiadas situaciones extrañas, poco comunes", en un muy corto espacio temporal: la reacción de Zazo al ser sustituido el miércoles; las propias manifestaciones de Bravo; el hecho de que Kike López declare que el equipo se siente "presionado" en casa; que Tébar haya calificado como "estridente" el comportamiento de su ayudante Manolo Sánchez en Vallecas...
Como resulta que Cordero ensalzó a Tébar en su reunión con los jugadores, resulta poco probable que abogue, ante Concepción, por otro cambio en el banquillo. El presidente tenía previsto ayer pedirle explicaciones sobre la situación actual y, a renglón seguido, tomar decisiones. Una de ellas podría ser una reunión con los capitanes. "Si quieren un entrenador duro, lo van a tener", dijo el director deportivo al equipo cuando trajo al manchego. Pero el hombre de hierro y que reactivó al Tenerife –con cuatro victorias seguidas– llega muy debilitado al momento de la verdad.
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