Sucedió hace nueve años. Víctor Pérez de Ascanio
dijo basta. Los excesivos gastos del proyecto anterior eran
insoportables. El Tenerife debía adaptarse a la categoría prescindiendo
de los futbolistas más caros (Martí, Paunovic, Marioni o Iván Ania) para dar cabida a otros de menor coste y, por supuesto, a la cantera.
Ya era hora de mirar hacia la gente de la casa. Así, debutaron unos (Cristo, Airam, Aarón, Ayoze, Kirian y Hormiga) y crecieron en protagonismo otros (Vitolo o Roberto Carlos). El hombre fuerte de aquel proyecto fue David Amaral. Pero el resultado no fue el deseado y a las 18 jornadas, con el cuadro tinerfeño casi en descenso y el Heliodoro medio vacío, hubo relevo en el banquillo. El club se vio en la obligación de hacer un esfuerzo para mejorar la plantilla con Robert Enke, César Belli, Raúl Martín, Manolo Sánchez o Leche La Paglia.
Aquel Tenerife, dirigido en la segunda vuelta por Martín Marrero, acabó maravillando por su fútbol y se le hizo pequeña la temporada. Fue octavo y dio la sensación de que, de haber comenzado con el equipo que tuvo a partir del mercado de invierno, podía haber llegado más lejos. El error no fue Amaral. Ni tampoco tuvieron la culpa los canteranos, que hasta lo hicieron mejor que muchos fichajes de aquel verano de 2003.
El gran problema fue olvidar que el CD Tenerife era un grande de la categoría. Que como tal se le exige estar entre los mejores y que no hay paciencia con ese tipo de conjuntos. Por eso, nueve años después pueden sustituir ustedes la Segunda A por la Segunda B, a Pérez Ascanio por Miguel Concepción, a Amaral por Quique Medina como hombre fuerte, a los chicos de entonces por Cristo Martín, Bruno, Ayoze o Germán y tendrán el mismo caldo de cultivo de entonces.
También ahora se pretende rebajar el coste o prescindir de los caros (y buenos) como Chechu, Kike López o Luismi Loro. Así, sucederá lo mismo que entonces. Se depositará el peso del proyecto en gente de aquí que merece vestir la blanquiazul, pero a los que no se puede exigir ese liderazgo. Además de contratar a futbolistas de fuera más baratos (y puede que de menor calidad) para rebajar, como ya anunció el presidente el pasado martes, el objetivo del primer puesto a la presencia en el play off.
Como entonces, todos (plantilla, cuerpo técnico y dirección deportiva) se arriesgan a pagar una austeridad que no puede permitirse un club como el CD Tenerife. Una política de ahorro pensada desde cerebros que solo quieren resolver sus propios problemas. A los que les falta grandeza para entender que este equipo, para estar a la altura de sus aficionados, debe aspirar siempre a lo máximo y hacer siempre el esfuerzo máximo.
Reflexione Señor Concepción, no vaya a resultar que lo barato le salga caro. No olvide que los 20 millones de euros de deuda serán más llevaderos cuanto más arriba esté la entidad. Si arriesgó, por su orgullo, después del descenso a Segunda A, ¿qué le impide hacerlo ahora? ¿No tiene la misma necesidad de ascender el Tenerife? Y, sobre todo, deje de pensar en usted mismo y de emular a Mariano Rajoy. Como él, usted entiende que el Gobierno de Canarias, el Cabildo Insular o Caixa Bank (la ex CajaCanarias) recorten sus aportaciones al club. Pero sigue exprimiendo el bolsillo de sus aficionados manteniendo el precio de los abonos. Que los que tienen menos no paguen sus errores.
Fuente de la noticia:
http://www.deporpress.com/index.php/category/juanjo-ramos/
No hay comentarios:
Publicar un comentario